Desde hace siglos, la sal es uno de los elementos más apreciados en la cocina de todo el planeta, ya que ayuda a realzar el sabor de los alimentos sin modificarlos. Durante generaciones, se ha abusado de su consumo sin reparar en el dañino que puede ser su consumo excesivo, algo que puede derivar en hipertensión, retención de líquidos, problemas renales y, en los casos más graves, daños en el corazón e hígado. A pesar de esto, la sal es imprescindible para el correcto funcionamiento de tu cuerpo, por lo que no debes eliminarla por completo de tus platos, solamente usarla con moderación. Esta confusión sobre la conveniencia o no de tomarla a diario nos hace preguntarnos qué pasa si dejamos de tomarla en cantidades inadecuadas.
Hinchazón
Una de las primeras consecuencias visibles que lleva aparejado un consumo adecuado de la sal es que, tras reducir la dosis diaria que ingerimos, nuestro volumen corporal se reducirá, puesto que el sodio presente en la sal estimula la retención de líquidos. Por lo general, es el riñón el encargado de eliminar el exceso de sal de nuestro organismo, una función que no puede realizar correctamente si hay un exceso de sodio y que tiene como consecuencia hinchazón en piernas, algo que conseguiremos corregir si reducimos la cantidad de sal que añadimos a nuestras comidas en la cocina.
Peso corporal
Una cantidad excesiva de sodio en el torrente sanguíneo puede traducirse también en un aumento de peso, ya que este mineral hace que comamos más de lo que necesitamos y hace que nos sintamos más difícilmente saciados después de comer, aunque, todo hay que decirlo, el sodio en sí mismo no aporta calorías. Por otra parte, el sodio es altamente adictivo, tanto que algunos especialistas lo consideran peor que el tabaco, por lo que se puede caer en una espiral de la que es difícil salir y que nos empuja a una dieta poco saludable, puestoque muchos de los productos con una mayor cantidad de sodio están procesados.
Foto: Shutterstock