Los viajes que hacemos por placer, por desgracia para la mayoría, no duran para siempre, de ahí que seamos muchos los que queremos llevarnos un souvenir que nos recuerde lo bien que lo hemos pasado durante estos días alejados de la rutina. Uno de los recuerdos que más se venden en todo el mundo son los imanes para la nevera, con los que decoramos -más bien saturamos- este electrodoméstico a la vez que sirven para sujetar folletos de locales de comida a domicilio a los que rara vez llamamos. Si bien los imanes suelen ser vistosos y dan buena cuenta de un simple vistazo de los lugares que hemos visitado, éstos, esconden un secreto que hará que te lo plantees dos veces antes de adquirir el próximo.
Imanes sí, imanes no
Más allá de los motivos puramente estéticos que hacen que tu nevera sea una mezcla incomprensible de formas y de colores, los imanes para la nevera no promueven un consumo responsable ni local, ya que, además de estar hechos en plástico en su mayoría, suelen estar hechos en China, por lo que apenas se repercute en la economía local de la ciudad que has ido a visitar, en la que solamente se quedará el margen de beneficio del producto por el que has pagado, es decir, apenas unos céntimos, ya que el resto irá a parar a sufragar los costes del producción del mismo, realizado en masa a kilómetros de tu destino.
Además, estos imanes, muchas veces soeces y machistas, no son representativos de tu vivencia personal en la ciudad o país que has visitado, ya que son genéricos y no dicen nada de ti ni de tu experiencia, siendo más que probable que haya no ya solo cientos, sino miles de ellos decorando neveras de todo el mundo, de personas que tienen cosas que contar de su viaje cosas muy distintas a ti. Esto hace que los imanes no solamente sean desaconsejables para consumo propio, sino también como regalo, ya que estarás dándole a esa persona tan importante algo totalmente impersonal.
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