Hace mucho tiempo ya que la mayoría de las aerolíneas, en especial las de bajo coste, dejaron de servir comida de forma gratuita en sus vuelos, en su afán de recortar gastos fijos y de conseguir mantener sus tarifas lo más bajas posibles para, así, poder lidiar con la competencia, que cada vez es mayor. Esto no quiere decir que ya no se pueda comer mientras volamos a más de 10.000 metros de altura, solamente que debemos tirar de tarjeta de crédito -o pagar un extra a la hora de comprar el pasaje- si queremos algo que llevarnos a la boca. Lo cierto es que desde hace décadas mucho se ha escrito -y bromeado- sobre la comida que se sirve a bordo, ya que muchos consideran que dista de ser comida gourmet. Lo cierto es que existen una serie de consideraciones que hacen que la comida de los aviones sepa muy diferente a la que podemos saborear en tierra, comenzando por su propia preparación.
¿Cómo la hacen?
Como ya sabrás, en los aviones el espacio es bastante limitado y ninguna compañía aérea, al menos de momento, puede permitirse el lujo de tener una cocina completa junto a la cabina del piloto. Esto las obliga a tener que disponer de empresas de catering -sean externas o de la propia aerolínea- que preparen en tierra lo que después de comerá a bordo del avión. El hecho de que después los platos se calienten en un microondas puede llevar a pesar que éstos lleven varios días preparados, pero lo cierto es que en la mayoría de los casos se ha cocinado solamente 10 horas antes de que el pasaje despegue a su destino. Además, se da la circunstancia de que muchos de los alimentos no se cocinan del todo para, luego, ser 'rematados a bordo. Así, por ejemplo, el pollo solamente se cocina en tierra al 60% y los filetes al 30%, ya que, de lo contrario, acabarían sobrecocinándose y siendo difícilmente ingeribles por los pasajeros.
Si bien la comida que nos sirven en los aviones pueda parecer improvisada, digna de alguien que rebusca por los cajones de su frigorífico a las 2 de la mañana en un ataque de gula, lo cierto es que esta calculada al milímetro, no solamente para poder mantener el máximo de sus propiedades durante el vuelo, sino también para que cuadre dentro de las cuentas anuales de la compañía, ya que supone una partida importante en sus gastos fijos. Así, es más que sabido que en 2013 American Airlines realizó un estudio que revelaba que simplemente quitando una aceituna de una de sus ensaladas podían ahorrar ni más ni menos que 40.000 dólares al año, algo que, ni que decir tiene, acabaron realizando, ya que casi ningún consumidor notaría la diferencia.
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