Todos hemos escuchado hasta la saciedad esa cantinela que nos decían nuestras madres y abuelas en la que repetían hasta la saciedad que "el desayuno es la comida más importante del día" como si fuera un mantra. Esta afirmación, a diferencia de otras similares, no ha sido desmentida a lo largo de los años y es que esta comida interrumpe varias horas de ayuno y nos dará la energía necesaria para poder afrontar las primeras cinco o seis horas del día hasta que almorzamos. Así, con el paso de los años, muchos hemos ido incorporando al desayuno un nuevo elemento más allá de las tostadas y del café o la leche, el zumo, que muchos toman erroneamente creyendo que la energía extra que aporta les ayudará en sus tareas diarias.
¿Qué tiene el zumo?
A poco que entiendas un poco de nutrición, seguramente creerás de antemano que el zumo está en esta lista negra por las grandes cantidades de azúcares añadidos que muchos fabricantes usan en su producto. Aunque no deja de ser una razón de peso, no es la única y fundamental por la que deberías de dejar de tomarlo en el desayuno. Según la página web MyRecipes, los zumos de naranja contienen Lauril éter sulfato sódico, un compuesto químico que per se no te dirá nada, pero que se encuentra tanto en esta bebida como en la pasta de dientes y, es más, es uno de los principales responsables de su sabor tan característico.
Gizmodo va más allá en este tema y afirma que la mayoría de los zumos que podemos adquirir en el supermercado contienen lo que han denominado "paquetes de sabor", lo que hace pensar que no se trata de un producto ni mucho menos natural. Estos "paquetes de sabor" tienen una función doble, por un lado asegurar que el zumo de naranja sabe como tal y, por otro lado, estandarizar el sabor entre todos las unidades producidas por un mismo fabricante, dándole así el sabor característico de cada uno de ellos.
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