Gran parte del país ha registrado en estos comienzos de 2021 temperaturas tan bajas que hay que remontarse a los registros de décadas atrás para encontrar marcas similares. Esta situación, añadida a las restricciones por la pandemia, hace que pasemos en casa mucho más tiempo que en años anteriores y que las facturas energéticas que usamos para calentarnos se disparen hasta límites insospechados. Tengas un sistema de calefacción por gas o uno eléctrico quizás te hayas preguntado si es más económico dejar el sistema encendido día y noche o si por el contrario es mejor apagarlo cuando vayamos a dormir para ahorrar lo máximo posible. Al contrario que en otras situaciones, la respuesta no es sencilla y depende de muchos condicionantes.
¿Cómo ahorrar en calefacción?
En líneas generales resulta más económico apagar la calefacción una vez nos acostemos, en tanto en cuanto el sistema deja de funcionar sobre alrededor de ocho horas en las que éste no está alimentándose del suministro energético que necesita para funcionar. No obstante, existen determinadas circunstancias que hacen que merezca la pena tener la calefacción activada día y noche, como en el caso de viviendas que estén alejadas de núcleos habitados, en situaciones de frío extremo en el exterior o si los materiales utilizados para la construcción de la vivienda son de baja calidad y aíslan poco, excepciones que confirman la regla.
En cualquier caso, si optas por dejar la calefacción encendida toda la noche, lo más recomendable es mantener el termostato entre los 15º y los 17º grados, ya que es una temperatura en la que se puede conciliar el sueño con facilidad y que a la vez permite ahorrar, puesto que los expertos consideran que cada grado extra en el sistema de calefacción supone un gasto de alrededor del 8%, por lo que el ahorro recurriendo a este consejo puede ser considerable a final de mes. En cuando a la temperatura a mantener durante el día, esta no debe ser superior a los 21º, ya que es más que suficiente a pesar de que a muchos les guste ir en camiseta de manga corta en el interior de sus casas mientras fuera está nevando, una excentricidad que no solamente es irresponsable a nivel energético, sino que sale cara.
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