A lo largo de las últimas semanas hemos recibido mensajes de todo tipo de expertos alentándonos a lavarnos las manos convenientemente al menos durante 20 segundos, a otros diciéndonos cómo debemos lavar los alimentos comprados en el supermercado para reducir al mínimo el riesgo de contagio por coronavirus y a otros tantos advirtiéndonos de los riesgos que supone salir a la calle, tanto por motivos de salud como legales tras ser declarado el estado de alarma. No obstante, de lo que no se ha hablado -y escrito- tanto en estos últimos días es sobre la importancia de cambiar la ropa de cama con una frecuencia mayor a la habitual, algo tan importante como lo anteriormente expuesto para luchar contra el covid-19.
¿Cuándo hacerlo?
Según la Academia Estadounidense de Dermatología, es necesario lavar las almohadas y sus fundas de dos a tres veces por semana porque sobre su superficie se concentran partículas de todo tipo que se van depositando con el paso del tiempo: alérgenos, piel muerta y microorganismos, entre ellos el covid-19. Además, también se pueden encontrar una serie de hongos (Malassezia, Microsporum y Trichophyton) que pueden causar una serie de lesiones de diversa consideración tanto en la piel de la persona que usa la almohada sucia como en su cuero cabelludo.
En cualquier caso, el riesgo de contraer cualquier tipo de infección es muy inferior si es la misma persona la que duerme sobre las sábanas sucias, ya que, con toda probabilidad, los microorganismos que se depositan sobre su superficie provienen de su propio cuerpo. Muy diferente es si la cama se comparte entre varias personas, por lo que puede pasar de una a otra ni no se limpian cuando es necesario, es decir, cada tres días.
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