Lo hemos visto todos alguna vez en una película, serie o anime ambientado en Japón: al llegar a casa, sea propia o ajena, todo el mundo se descalza de forma pausada antes de pasar del recibidor y deja sus zapatos en un mueble especialmente dedicado para ellos. La costumbre, muy arraigada en Asia pero no así en Occidente, no deja de sorprender por parecernos ajena, pero lo cierto es que tiene una serie de beneficios que te harán plantearte esta tradición centenaria.
Gérmenes y bacterias
No hace falta ser todo un experto en la materia para saber que, a lo largo del día, se acumulan en nuestros zapatos millones de gérmenes y bacterias que llevamos a casa, amen de otras particulas procedentes del exterior como restos de excrementos de perros y polvo, un elemento éste muy importante si tenemos alérgicos en casa. Así, un reciente estudio de la Universidad de Arizona pone de manifiesto que, en nuestros zapatos pueden llegarse a concentrar más de dos millones de bacterias en cada 6,5 centímetros cuadrados de suela, una cifra que habla por sí sola y que hace replantearse el hecho de quitarse los zapatos o dejárselos puestos a la hora de entrar en casa.
Virus
Además de bacterias y otros agentes patógenos, las suelas de nuestros zapatos pueden contener virus traídos desde el exterior, pudiendo provocar un contagio no solamente a quien los ha portado, sino al resto de habitantes de la casa. Así, otro estudio pone de manifiesto que entre el 90% y el 99% de los zapatos transfieren virus y bacterias de sus suelas a superficies que habían sido previamente esterilizadas. Además, también ha quedado patente en numerosos análisis que algunos compuestos químicos presentes en el alquitrán del asfalto de nustras calles también se transfieren al interior de nuestros hogares vía zapatos.
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