¿Cuántas veces hemos escuchado eso de que "la primera impresión es la que cuenta" a la hora de conocer a alguien? Lo cierto es que en los primeros minutos de contacto que tenemos con una persona a la que acabamos de conocer intentamos extraer la máxima información posible sobre esta: forma de hablar, forma de vestir, lenguaje corporal, para así saber cómo actuar ante ella y, si es necesario, anticiparnos a nuestros movimientos. Aunque esta impresión no deja de ser superficial, muchas veces es acertada y salvo algunos matices que no hemos captado en esta primera conversación, este juicio se cumple. Además, en estos primeros minutos de diálogo es incluso posible saber si se trata de una persona inteligente, o si por el contrario está debajo de la media en lo que a este factor se refiere.
Pregunta trampa
Muchas personas, ya sea por competitividad o por inseguridad, necesitan demostrar constantemente su inteligencia y/o utilidad en un grupo humano, por lo que intentarán hacerse valer sobre las demás. Pongamos el caso, ante una pregunta que puede resultar obvia, como por ejemplo ¿cuánto son 2+2?, una persona inteligente normalmente no tenderá a lanzarse a responder que "cuatro", puesto que analizará la situación y se preguntará si es una pregunta trampa, por lo que tardará más en emitir su respuesta que una persona que está en la media. Además, no solamente los más inteligentes se parapetan ante posibles "trampas", sino que se preguntan por qué se ha realizado una pregunta tan obvia y qué persigue realmente nuestro interlocutor al hacerla, ya que para éstos es obvio que el que ha realizado la pregunta sabe que la respuesta es "cuatro".
Otra forma de identificar a las personas inteligentes es saber identificar a quien está realizando una escucha activa, puesto que los que se encuentran en este grupo saben que es mejor escuchar que hablar, puesto que así se extraen nuevas informaciones que no teníamos antes y se nos permitirá conocer mejor a la persona que tenemos delante. Una persona inteligente no habla por hablar, solamente sobre aquello que conoce, algo muy valioso hoy en día en un mundo en el que no se contrastan las informaciones y muchos creen estar en posesión de la verdad absoluta, no así los dotados con el don de la inteligencia.
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